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martes, 29 de noviembre de 2016

Los pingüinos en peligro de extinción

El 55% de la población de pingüinos del mundo, que en total son alrededor de 21 millones, se encuentra en peligro de extinción. Así lo determinaron los especialistas en la materia que se reunieron, del 5 al 9 de septiembre pasado en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, en el marco del 9º Congreso Mundial de Pingüinos, que se realiza cada tres años. De acuerdo a la visión de los expertos, muchas de las 18 especies de pingüinos que habitan en el mundo están siendo seriamente afectados por la polución, mal manejo de pesquerías comerciales, contaminación marina y cambio climático.

De todos modos la cifra, aunque alarmante, enciende la esperanza de que la conciencia conservacionista se expanda y comience a dar frutos concretos: “En 2008, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UCIN) difundió que el 60 por ciento de las especies de pingüinos del mundo estaban en peligro de extinción. Ocho años después, la cifra bajó un cinco por ciento. Eso nos da aliento”, explicó en este sentido el investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) que trabaja en el Centro Nacional Patagónico (CENPAT), Dr. Pablo García Borboroglu y participó del mencionado congreso brindando un “Taller de evaluación del estado de conservación de las 18 especies de pingüinos del mundo”. La actividad se desprendió de la reciente publicación que el investigador editó, un libro que compendia la actualidad de todo el material científico disponible sobre la totalidad de las especies de pingüinos del mundo, de un modo didáctico y para todo público .

“La buena noticia es que dos especies de pingüinos, los Adelies –especie que habita en la Antártida- y Gentoos –oriundos de las islas australianas-, están mucho mejor que hace tres años atrás”, agregó Borboroglu, que además es presidente de la Global Penguin Society. “Eso tiene que ver –agregó- con el efecto positivo de que se hayan propagado las áreas marinas protegidas en el mundo, por ejemplo, la Reserva Marina Punta Tombo, declarada por Argentina en 2015”.
 Pingüinos Adelies
 Pingüinos Gentoos
Asesor científico de Disney
No hay ni que decirlo: los pingüinos son de las especies más carismáticas. Películas como La Marcha de los Pingüinos, Happy Feet o la de Los pingüinos de Magadascar, son algunos ejemplos de su popularidad extendida, más aún, desde 2005, los pingüinos son los protagonistas de un videojuego con cien millones de jugadores en el mundo, producido por Disney. Pero más allá de sus grandes éxitos de taquilla, desde hace tiempo, el investigador del CONICET, Dr. Pablo García Borboroglu, sentía que faltaba un trabajo serio que compilara la información científica disponible sobre el estado de conservación de las dieciocho familias de pingüinos que viven en el mundo. “Siempre que íbamos al Congreso Internacional de Pingüinos, que se hace cada tres años –recuerda-, era como un lamento científico muy bien documentado, y no se salía de ahí. Así que pensé: `Hay que hacer algo más, no nos podemos quedar solo con el paper bonito que reporta el problema`”. El resultado de ese ímpetu fue Pinguinos. Historia natural y conservación, un compendio de artículos firmados por expertos mundiales en la materia publicado por Vazquez Mazzini Editores y editado junto a la bióloga Dee Boersma, que ganó este año el premio al Mejor Libro Editado en Argentina, otorgado por la Cámara Argentina de Publicaciones. Actualmente, el libro está siendo traducido al japonés.

El trabajo reúne el trabajo de 49 especialistas de doce países de Sudáfrica, Sudamérica, Australia y Nueva Zelanda. Refleja el frágil estado de conservación de la mayoría de los pingüinos que habitan el planeta: desde el majestuoso pingüino emperador de la Antártida, el pequeño pingüino azul de Nueva Zelanda y Australia, el pingüino penacho amarillo del norte habitante del océano Atlántico Sur y el Índico, hasta el pingüino de Galápagos en el Ecuador, incluyendo desde cuestiones básicas, descripción, plumaje, mapas sobre la ubicación y tamaño relativo de las colonias del mundo, taxonomía, distribución mundial, resumen de tendencias mundiales –si sube o declina la población-, estado de conservación y marco legal. Todo descripto de un modo ameno, apto tanto para científicos como para público en general.
                                                                   
 El trabajo reúne el trabajo de 49 especialistas de doce países de Sudáfrica, Sudamérica, Australia y Nueva Zelanda. Refleja el frágil estado de conservación de la mayoría de los pingüinos que habitan el planeta: desde el majestuoso pingüino emperador de la Antártida, el pequeño pingüino azul de Nueva Zelanda y Australia, el pingüino penacho amarillo del norte habitante del océano Atlántico Sur y el Índico, hasta el pingüino de Galápagos en el Ecuador, incluyendo desde cuestiones básicas, descripción, plumaje, mapas sobre la ubicación y tamaño relativo de las colonias del mundo, taxonomía, distribución mundial, resumen de tendencias mundiales –si sube o declina la población-, estado de conservación y marco legal. Todo descripto de un modo ameno, apto tanto para científicos como para público en general.

Pero comencemos con algunos datos básicos del objeto de estudio al que Borboroglu se dedica desde 1989: los pingüinos se encuentran solo en el hemisferio Sur. No vuelan. Nada y caminan erguidos, como nosotros. Viven en el agua y también en la tierra. En colonias. Pueden vivir hasta 35 años. Nadan 16 mil kilómetros al año, un promedio de 170 kilómetros al día. Miden 45 centímetros. “Son unos fenómenos”, dice Borboroglu, que detecta los inicios de su pasión por los pingüinos desde que era muy pequeño y su abuelo, inmigrante él, le contaba de las colonias de pingüinos que había visto cuando llegó a Argentina en barco. “Había llegado al sur, pero para mí era como si me hablara de Madagascar, eso me quedó en la cabeza. Yo cuando terminé la secundaria quería ser embajador, estudié idiomas y Derecho en Mar del Plata, mi ciudad natal, pero después abandoné y me fui a vivir a Puerto Madryn. Ahí me enteré que por año morían 40 mil pingüinos empetrolados. Eso me conmovió, los veía en las costas, y comencé a juntarlos. Hice un centro de rehabilitación muy precario, y ahí volvió la conexión. Hasta que sentí que necesité más formación y comencé la carrera de Biología”.

Volviendo a los pingüinos, otro dato peculiar es que cuidan a sus pichones y son monógamos por una temporada. Más aún: en la familia de los pingüinos de Magallanes, por ejemplo, Borboroglu siguió a una pareja de pingüinos de Punta Tombo que estuvo junta durante 17 años. “El pingüino es muy carismático: no es como las arañas o los tiburones. Es una especie con conexión con los seres humanos. El cine lo ha usado para entretenimiento, y no para información: la gente percibe que son simpáticos, que les va bien, nadie sabe que de las dieciocho especies de pingüinos el sesenta por ciento está amenazado. Porque el pingüino –explica- depende del mar pero también de la tierra para reproducirse, entonces registra amenazas en ambos territorios”.

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