El 55% de la
población de pingüinos del mundo, que en total son alrededor de 21
millones, se encuentra en peligro de extinción. Así lo determinaron los
especialistas en la materia que se reunieron, del 5 al 9 de septiembre
pasado en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, en el marco del 9º Congreso
Mundial de Pingüinos, que se realiza cada tres años. De acuerdo a la
visión de los expertos, muchas de las 18 especies de pingüinos que
habitan en el mundo están siendo seriamente afectados por la polución,
mal manejo de pesquerías comerciales, contaminación marina y cambio
climático.
De todos modos la
cifra, aunque alarmante, enciende la esperanza de que la conciencia
conservacionista se expanda y comience a dar frutos concretos: “En 2008,
la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UCIN)
difundió que el 60 por ciento de las especies de pingüinos del mundo
estaban en peligro de extinción. Ocho años después, la cifra bajó un
cinco por ciento. Eso nos da aliento”, explicó en este sentido el
investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (CONICET) que trabaja en el Centro Nacional Patagónico
(CENPAT), Dr. Pablo García Borboroglu y participó del mencionado
congreso brindando un “Taller de evaluación del estado de conservación
de las 18 especies de pingüinos del mundo”. La actividad se desprendió
de la reciente publicación que el investigador editó, un libro que
compendia la actualidad de todo el material científico disponible sobre
la totalidad de las especies de pingüinos del mundo, de un modo
didáctico y para todo público .
“La buena noticia es
que dos especies de pingüinos, los Adelies –especie que habita en la
Antártida- y Gentoos –oriundos de las islas australianas-, están mucho
mejor que hace tres años atrás”, agregó Borboroglu, que además es
presidente de la Global Penguin Society. “Eso tiene que ver –agregó- con
el efecto positivo de que se hayan propagado las áreas marinas
protegidas en el mundo, por ejemplo, la Reserva Marina Punta Tombo,
declarada por Argentina en 2015”.
Pingüinos Adelies
Fuente: medio ambiente
Pingüinos Gentoos
Asesor científico de Disney
No hay ni que decirlo:
los pingüinos son de las especies más carismáticas. Películas como La
Marcha de los Pingüinos, Happy Feet o la de Los pingüinos de Magadascar,
son algunos ejemplos de su popularidad extendida, más aún, desde 2005,
los pingüinos son los protagonistas de un videojuego con cien millones
de jugadores en el mundo, producido por Disney. Pero más allá de sus
grandes éxitos de taquilla, desde hace tiempo, el investigador del
CONICET, Dr. Pablo García Borboroglu, sentía que faltaba un trabajo
serio que compilara la información científica disponible sobre el estado
de conservación de las dieciocho familias de pingüinos que viven en el
mundo. “Siempre que íbamos al Congreso Internacional de Pingüinos, que
se hace cada tres años –recuerda-, era como un lamento científico muy
bien documentado, y no se salía de ahí. Así que pensé: `Hay que hacer
algo más, no nos podemos quedar solo con el paper bonito que reporta el
problema`”. El resultado de ese ímpetu fue Pinguinos. Historia natural y
conservación, un compendio de artículos firmados por expertos mundiales
en la materia publicado por Vazquez Mazzini Editores y editado junto a
la bióloga Dee Boersma, que ganó este año el premio al Mejor Libro
Editado en Argentina, otorgado por la Cámara Argentina de Publicaciones.
Actualmente, el libro está siendo traducido al japonés.
El trabajo reúne el
trabajo de 49 especialistas de doce países de Sudáfrica, Sudamérica,
Australia y Nueva Zelanda. Refleja el frágil estado de conservación de
la mayoría de los pingüinos que habitan el planeta: desde el majestuoso
pingüino emperador de la Antártida, el pequeño pingüino azul de Nueva
Zelanda y Australia, el pingüino penacho amarillo del norte habitante
del océano Atlántico Sur y el Índico, hasta el pingüino de Galápagos en
el Ecuador, incluyendo desde cuestiones básicas, descripción, plumaje,
mapas sobre la ubicación y tamaño relativo de las colonias del mundo,
taxonomía, distribución mundial, resumen de tendencias mundiales –si
sube o declina la población-, estado de conservación y marco legal. Todo
descripto de un modo ameno, apto tanto para científicos como para
público en general.
Fuente: medio ambiente
El trabajo reúne el
trabajo de 49 especialistas de doce países de Sudáfrica, Sudamérica,
Australia y Nueva Zelanda. Refleja el frágil estado de conservación de
la mayoría de los pingüinos que habitan el planeta: desde el majestuoso
pingüino emperador de la Antártida, el pequeño pingüino azul de Nueva
Zelanda y Australia, el pingüino penacho amarillo del norte habitante
del océano Atlántico Sur y el Índico, hasta el pingüino de Galápagos en
el Ecuador, incluyendo desde cuestiones básicas, descripción, plumaje,
mapas sobre la ubicación y tamaño relativo de las colonias del mundo,
taxonomía, distribución mundial, resumen de tendencias mundiales –si
sube o declina la población-, estado de conservación y marco legal. Todo
descripto de un modo ameno, apto tanto para científicos como para
público en general.
Pero comencemos con
algunos datos básicos del objeto de estudio al que Borboroglu se dedica
desde 1989: los pingüinos se encuentran solo en el hemisferio Sur. No
vuelan. Nada y caminan erguidos, como nosotros. Viven en el agua y
también en la tierra. En colonias. Pueden vivir hasta 35 años. Nadan 16
mil kilómetros al año, un promedio de 170 kilómetros al día. Miden 45
centímetros. “Son unos fenómenos”, dice Borboroglu, que detecta los
inicios de su pasión por los pingüinos desde que era muy pequeño y su
abuelo, inmigrante él, le contaba de las colonias de pingüinos que había
visto cuando llegó a Argentina en barco. “Había llegado al sur, pero
para mí era como si me hablara de Madagascar, eso me quedó en la cabeza.
Yo cuando terminé la secundaria quería ser embajador, estudié idiomas y
Derecho en Mar del Plata, mi ciudad natal, pero después abandoné y me
fui a vivir a Puerto Madryn. Ahí me enteré que por año morían 40 mil
pingüinos empetrolados. Eso me conmovió, los veía en las costas, y
comencé a juntarlos. Hice un centro de rehabilitación muy precario, y
ahí volvió la conexión. Hasta que sentí que necesité más formación y
comencé la carrera de Biología”.
Volviendo a los
pingüinos, otro dato peculiar es que cuidan a sus pichones y son
monógamos por una temporada. Más aún: en la familia de los pingüinos de
Magallanes, por ejemplo, Borboroglu siguió a una pareja de pingüinos de
Punta Tombo que estuvo junta durante 17 años. “El pingüino es muy
carismático: no es como las arañas o los tiburones. Es una especie con
conexión con los seres humanos. El cine lo ha usado para
entretenimiento, y no para información: la gente percibe que son
simpáticos, que les va bien, nadie sabe que de las dieciocho especies de
pingüinos el sesenta por ciento está amenazado. Porque el pingüino
–explica- depende del mar pero también de la tierra para reproducirse,
entonces registra amenazas en ambos territorios”.
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