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martes, 29 de noviembre de 2016

Primer tejido cerebral fosilizado de un dinosaurio.

Investigadores de Cambridge han identificado el primer ejemplo conocido de tejido cerebral fosilizado de un dinosaurio. Se asemeja a las observados en cocodrilos y aves modernas. 
Un modesto guijarro marrón, hallado hace más de una década por un recolector de fósiles en Sussex, ha resultado ser el primer ejemplo de tejido cerebral fosilizado de un dinosaurio, según las conclusiones de esta investigación, recogidas en una publicación especial de la Sociedad Geológica de Londres en homenaje al profesor Martin Brasier de la Universidad de Oxford, Reino Unido, que murió en 2014 y el doctor David Norman, de la Universidad de Cambridge, coordinador de la investigación durante los años anteriores a la muerte prematura de Brasier en un accidente de tráfico.

El fósil, muy probablemente de una especie estrechamente relacionada con Iguanodon, muestra distintas similitudes con los cerebros de los cocodrilos y las aves de hoy en día. Se han conservado las meninges --los tejidos duros que rodean el cerebro actual--, así como pequeños capilares y partes de los tejidos corticales adyacentes como "fantasmas" mineralizados, según un comunicado de Cambridge. 

El cerebro fosilizado, hallado por el recolector de fósiles Jamie Hiscocks cerca de Bexhill en Sussex en 2004, es muy probable que perteneciera a una especie similar a Iguanodon: un gran dinosaurio herbívoro que vivió durante el periodo Cretáceo temprano, hace alrededor de 133 millones de años. Encontrar los tejidos blandos fosilizados, especialmente el tejido cerebral, es muy raro, lo que hace difícil entender la historia evolutiva de este tipo de tejidos.


"Las posibilidades de preservar el tejido cerebral son increíblemente pequeñas, por lo que el hallazgo de este ejemplar es asombroso", resalta el coautor Alex Liu, del Departamento de Ciencias de la Tierra de Cambridge, que fue uno de los estudiantes de doctorado de Brasier en Oxford en el momento en el que comenzaron los estudios del fósil.

Según los investigadores, la razón por la que esta pieza en particular del tejido cerebral ha sido tan bien conservada es que el cerebro del dinosaurio estuvo esencialmente 'en escabeche' en un cuerpo en agua muy ácida y con bajo óxigeno -similar a un pantano o una ciénaga-- poco después de su muerte. Esto permitió que los tejidos blandos se volvieran mineralizado antes de que se descompusieran por completo, de modo que pudieron preservarse.

 "Lo que creo que pasó es que este dinosaurio particular murió en o cerca de una masa de agua y su cabeza terminó parcialmente enterrada en el fondo del sedimento --argumenta Norman--. Dado que el agua tenía poco oxígeno y era muy ácida, los tejidos blandos del cerebro probablemente se preservaron y expulsados antes de que el resto de su cuerpo quedara enterrado en el sedimento".

Trabajando con colegas de la Universidad de Australia Occidental, los investigadores, financiados en parte por el Consejo de Investigación del Medio Ambiente Natural (NERC, por sus siglas en inglés) y el 'Christ's College', en Cambridge, utilizaron técnicas de microscopía electrónica de barrido (SEM, por sus siglas en inglés) con el fin de identificar las membranas duras, o meninges, que rodeaban el cerebro mismo, así como hebras de colágeno y vasos sanguíneos.








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